Tuesday, July 31, 2007

Murciano + críos


El pasado fin de semana me escapé a Alicante. Tenía una visita pendiente: conocer a mi sobrina, la hija de mi primo-hermano David (no es el bebé de la foto).

Fuimos mi hermana y yo. El viaje estuvo cargado de anécdotas y de buenos momentos. La verdad es que fue un placer disfrutar de ella con tranquilidad, con tiempo, sin gente alrededor. Siempre es bueno descubrir que seguimos unidos y que, seguramente, tenemos muchas cosas más en común de lo que pensamos. Anécdota: paramos en la provincia de Murcia a tomar un café en una gasolinera. Al rato se me acerca mi hermana muy seria, me mira y me dice con voz burlona: “Ese hombre me ha dicho algo”. “¿Quién?, pregunto, ¿el que atiende? ¿Qué te ha dicho?". Lógicamente yo ya estaba en plan hermano defensor, pensando que le habrían soltado alguna bordería o algo así. Ella aclaró mis dudas: “me ha dicho: hon nohenta hentimoh”.

Bueno a lo que iba. Que pasamos un fin de semana fantástico. Pero he visto eso de los hijos y la descendencia más cerca que nunca. ¡Y todavía ni tengo pareja!. Está claro que cambian la vida… es difícil hablar de ellos desde la barrera, pero voy allá. Debo ser bastante campesino, porque tengo claro que quiero tenerlos. Me encantan aunque no tenga mucha maña con ellos (el primer golpe de Anita, mi sobrina, se lo di yo mismo contra un vaso la primera vez que la cogí). Pero sobre todo es por el sentimiento, quizá bastante primario, de dejar algo en este mundo cuando yo no esté. Algo que me suceda y que, con toda la humildad, pueda aspirar a ser bueno. Quizá sea una forma de sobrevivir a la muerte.

Pero quizá estoy perdido, porque todas las razones que me doy para traer a alguien al mundo son egoístas, son mirando a mí. Quizá porque tampoco estoy convencido que sea bueno nacer para ver lo que hay aquí, para luchar con todo lo que nos rodea, y para intentar cambiar todo esto que es imposible de cambiar.

Tuesday, July 24, 2007

Marbiella

La semana pasada me pegué una escapada a Madrid. Nada de ocio: archivos, archivos y más archivos (y alguna tajadilla con algún amiguete por la calle Huertas). Escribiré más adelante sobre mi encuentro con la Historia y “mi personaje” en el Archivo del Congreso de los Diputados…

Pero el fin de semana, me bajé a Marbella. Desde que era un niño he pasado los veranos en el mítico pueblo. Después de todo, hay muchas cosas que me unen a él, de forma extraña: toda la familia de mi madre, mi amigo-poeta-novelista Alejandro Pedregosa, estudiarla en mi tesis doctoral… y esa sensación de amor-odio que siento por ella. Recuerdo cuando las playas estaban llenas de espigones y, mirando hacia el interior, Sierra Blanca tapaba el horizonte. Creo que hasta el clima era diferente, más fresco. Recuerdo hasta ríos y torrentes… e incluso algún jardín. Hoy Sierra Blanca sigue estando ahí, pero las aristas verticales de cualquier edificio mediocre tapa su vista. Sobre los arroyos y torrentes no hay más que cemento y papel, mucho papel y mucha cinta de vídeo de prensa del corazón.

Todavía sigue oliendo a mar. Mediterráneo por los cuatro costados. Y todavía se ve África. Parece que el gusto de divisarla al horizonte al final de la tarde, como una aparición misteriosa y exótica, todavía no nos lo han quitado. Démosles tiempo.

Monday, July 23, 2007

Décimas de la muerte


Esta última semana he tenido el blog un poco descuidado. Intentaré recuperar el tiempo perdido en los próximos días...
Mi madre me regaló por mi cumpleaños algo del todo "oportuno" para levantarme el ánimo: una reedición de Las Décimas de la Muerte, compuestas por un hidalgo de la Ciudad de Cuenca (siglo XVII). Hay algunas que me han llamado la atención. ¿Creemos que lo sabemos todo, que nadie ha sentido ni pensado antes que nosotros?

Oh tú que estás sepultado
En el sueño del olvido,
Si para tu bien dormido,
Para tu mal desvelado!
Deja el letargo pesado,
Despierta un poco y advierte
Que no es bien que de tal suerte
Duerma y haga lo que hace
Quien está desde que nace
En los brazos de la Muerte



¿De qué sirve anhelar
Por tener y más tener,
Si esto en tu muerte ha de ser
Fiscal que te ha de acusar?
Todo acá se ha de quedar,
Y pues no hay mas que adquirir
En la vida que el morir,
La tuya rige de modo,
Pues está en tu mano todo,
Que mueras para vivir.

Tuesday, July 17, 2007

29

Hoy cumplo 29 años. No sé por qué siempre me ha preocupado esto de la edad: quizás por vivir tan obsesionado, profesional y personalmente, con eso del pasado y del presente. Como virtud o como defecto, creo que tengo buena memoria. Por eso en estos días vivo como si fuese una raya en el espacio del tiempo: durante 24 horas revivo y recuerdo lo bueno y lo malo de mi pasado, y por otro lado hago perspectivas y cábalas sobre lo que me deparará el futuro.

En días como hoy valoro mi vida. Lo positivo y lo negativo que he vivido, lo que he progresado y lo que he perdido. Dejemos lo que puedo haber ganado para otro momento. Y ocupémonos de lo que he perdido… lo tengo claro: imaginación e inocencia. Quizá ambas van unidas. Recuerdo cuando en el pueblo de Huelma (Jaén), con 3 ó 4 años me imaginaba que llegaría un día en que podría ser futbolista, miraba a mi alrededor pensando y creyendo que todos éramos iguales, o me dejaba convencer por las palabras de un padre que me aseguraba, cogiéndome la mano y mirando a las estrellas, que podía hablar con mi abuelo Miguel que, sin despedirse, había “decidido” subir al cielo. Eran años donde pensaba que mis padres eran perfectos: ni en ellos ni en nadie veía la avaricia, el egoísmo, la vanidad, la doble faz de la verdad. Nadie quería hacer daño a nadie. La desigualdad no existía.

Hoy he perdido todo eso. Seguramente he dejado de imaginar, de ser positivo y, definitivamente, he perdido la inocencia. Seguramente también río menos. Esto de pretender tener los pies en el suelo quizá acaba alejando de lo que llamamos felicidad. 29 años han impuesto el realismo sobre todas las demás cosas. Quizá el peso de la realidad es demasiado poderoso.

Pero en días como hoy también miro con esperanza al futuro. Creo sinceramente que no he perdido el tiempo. Y que he aprendido, he aprendido muchas cosas. Y esa es mi clave, mi secreto: no quiero dejar de aprender, de interesarme por lo nuevo. Mirar, mirar, buscar, buscar, avanzar, avanzar. Puedo haber perdido grandes dosis de imaginación y de inocencia: como decía Lorca, he comprendido que el gusano se ha convertido en mariposa, y que no había nada de magia en ello. Pero me quiero agarrar con todas mis fuerzas al inconformismo, a empezar cuestionándome a mí para cuestionar todo lo demás. No quiero una vida de “mano, parque, paseo” ni cosas por el estilo. ¿Misión imposible? Seguramente, pero me mantiene en pie y animado la esperanza de que, cuando acaben mis días, mire hacia atrás y piense que he aprovechado el resplandor de vida que he tenido. Después de todo, parece que sigo siendo un soñador. Lo mismo esa es la clave para seguir adelante.

Wednesday, July 11, 2007

¿Qué hacer?


Acabo de leer en El País que una ONG dedicada al apadrinamiento de niños, Intervida, está siendo investigada por desviar dinero a fines particulares:

La sede central y otras dependencias de la Fundación Intervida en Barcelona están siendo registradas hoy por orden de la juez del juzgado de instrución número 17 de Barcelona, que ha decretado el secreto de las actuaciones que se llevan a cabo. [...]

La juez ha tomado esta determinación una vez admitida a trámite la querella que el Ministerio Fiscal presentó contra esta ONG por los presuntos delitos de apropiación indebida, delito societario, estafa y asociación ilícita. Según la Fiscalía, los gestores de la Fundación Intervida habrían desviado millones de euros procedentes del apadrinamiento de niños del Tercer Mundo hacia la constitución de empresas e instituciones privadas.
Ante estas cosas... ¿qué hacer? Desde hace más de 4 años tengo apadrinado a un chico con esta organización. Su nombre es Eudaldo y es de El Salvador. Me enviaron entonces su foto: pura carne de cañón de 12 años. Supongo que ahora rondará los 17 y pocas cosas habrán cambiado. Se pocas cosas de él, salvo el dibujo que siempre recibo por navidades. Por un lado me siento engañado; pero también siento odio hacia unos directivos que han jugado con la pobreza y con los intentos de alguna gente de acudir a la llamada para paliar la crítica situación de algunas personas (seguramente para limpiarnos nuestra conciencia). ¿Hasta dónde hemos llegado? El colmo de la miseria humana: la pobreza, la pena y la miseria como inversión y negocio.

Pero ahora, ¿qué hacer? ¿Bloquear las transferencias mensuales? Si lo hago, no pagarán los culpables, y acabarán pagando los de siempre. Y si no lo hago, seguiré con la cara de tonto que tengo. Acepto consejos.

Tuesday, July 10, 2007

Estrés, mierda y churros


Me ha dado el agobio. Y yo que creía esto de la adaptación superado. Acabo de encerrarme en casa, apagar el móvil, y en este preciso momento el teléfono está sonando y me niego a cogerlo. Quizá tenía Megan razón cuando me decía en un comentario pasado que me ve como un extranjero en su tierra (yo también la veía a ella en Michigan). Es curioso, seamos los blancos más racistas que los negros (lo que creo verdaderamente), sea la Alhambra maravilla del mundo o no (¿quién duda de que no lo sea?) o nuestros políticos granadinos se peleen por quién es el que ha apoyado menos a la candidatura de la Alhambra… hoy yo quiero escribir este post para relajarme. Aunque se me vea (se me olvidaba, Anónimo) más guapo junto a mi hermana y Awen.

La siguiente anécdota me pasó la primera semana que andaba por aquí. Tras resaca brutal de bienvenida, caminaba yo junto a un coruñés casi ajeno a Granada por la Plaza de Bibrambla. Era mi adaptación a la ciudad, y todavía no había visto el rasgo más característico de nuestras gentes. Buscando una terraza para desayunar churros, intentaba yo impresionarlo: “esta es la Catedral”, “esto es la Alcaicería”, “este burro-aguador es un adefesio”, etc… hasta que llegamos a la mítica Plaza de Bibrambla. Caminábamos decididos hacia la terraza en busca del mentado café con churros. Cuando de repente:

X: “Mierda”
X acababa de pisar, resbalar y surfear sobre la mierda más pastosa y grande que he visto en Granada en todos los días de mi vida. Gelatinosa, olorosa, asquerosa… y marrón, muy marrón (claro). Para colmo, calzaba náuticos… con suela blanca. Yo intentaba disculpar la situación:
“Desde luego, es que la gente no tiene educación, bla, bla, bla”.
Y de repente, cual profeta oscuro de la noche (o de la mañana) rugió, o mejor, sopló el aullido del granadino típico, en toda su esencia metafísica. Un hombre sentado en un banco junto a nosotros, espetó:
“Titi, desde luego, llevas mierda y suerte pa tor día”.
No pude contener la risa. Intenté justificarme ante X:
“Ves, esto es la malafollá granaína, que también debes conocer”.
X respondió: “pues no tiene ninguna gracia”. Y digo yo: ¿quién ha dicho que la tenga?
Después de limpiarse afanadamente su suela, desayunamos. Dejé a X en la facultad de Derecho, donde acudía como miembro de un tribunal a cátedra. ¿Olería mal aquel día en la universidad?

Friday, July 06, 2007

Granada, 6:00 a.m.


Jueves 28 de junio, dos días después de mi llegada a Granada. Eran las seis de la mañana. De repente, jet lag al acecho: ojos de par en par, cuerpo que no responde para seguir durmiendo… desesperación. ¿Qué hacer? Como un turista más, cogí la cámara de fotos y me lancé a las calles de Granada. Fue entonces cuando descubrí el “Adefesio” (post anterior), pero también las calles vacías de mi ciudad.
Por extraño que parezca, nunca había estado “en el otro lado”. Eso de las 6 y las 7 de la mañana eran para mí, a veces, horas para volver a casa. Pero no horas para pasear y contemplar la ciudad. Supongo que ese jueves era uno más de esos tíos raros que pasean al perro, leen el periodico en un banco, o sencillamente, andan por la calle.

Después de fotografiar el “Adefesio”, caminé sin rumbo. La Carrera de la Virgen Arriba, Puerta Real, Plaza del Carmen (Adefesio ecuestre sobre el ayuntamiento), Plaza de Bibrambla, Catedral, San Agustín… Eran calles que todavía no habían despertado para el turismo, decadentes: entonces sí se sentía el silencio de la Plaza de las Pasiegas, se contemplaban las fachadas desconchadas y deshechas de algún edificio con banderas reivindicativas… y justo en frente de todo eso, los mendigos que nunca vemos dormían a las puertas del mercado, en el corazón de la ciudad. Poco a poco, la ciudad iría despertando y esa realidad pasaría desapercibida. Llamé al apartamento de mi hermana, justo en el centro. Entonces, bajamos, desayunamos y fuimos Granada.

Monday, July 02, 2007

Adefesio


En las guías turísticas se dice que Granada es la ciudad del agua. El agua y las fuentes. Y creo que en parte es así. Las fuentes y pilares de esta ciudad son especiales, no sólo por su belleza, sino por el espacio que crean, el sonido del agua al caer, la atmósfera que generan… Pero como bien sabemos, nada es inmutable. Y de las primeras cosas que –tristemente- me sorprendieron al volver a Granada ha sido la “Fuente de las Granadas” (foto).

Hoy me dejaré la diplomacia en casa: un adefesio. Horrenda. Brutalmente fea. Cuando uno la contempla, le pasan por la cabeza todos los estilos de la historia del arte. Uno puede decidirse por las proporciones o el equilibrio (renacimiento), el movimiento y los efectos (barroco), o incluso por algo conceptual o abstracto (arte moderno). Pero en Granada somos más originales: como amamos el estilo ecléctico o “remordimiento español” (o granadino), creamos una infame expresión de las artes plásticas y la colocamos en el centro de la ciudad. Desproporcionada, enorme, de bronce al completo (no recuerdo una fuente completamente de bronce en ningún lugar del mundo), anti-ecológica, estorbando en la perspectiva del paseo, haciendo desaparecer las vistas populares del Barranco del Abogado… y fea, muy fea.

Cuando tomé esta foto, sobre las 7 de la mañana, pensé que quizá la decadencia de una ciudad tiene mucho que ver con su mal gusto. Ese intento de rememorar un pasado que ya no es, con unos gustos que ya no son, de forma tan imperial y ajena a la propia esencia de la ciudad. Granada levanta fuentes enormes y, mientras tanto, sus ríos recorren el subsuelo, sepultados y mudos para siempre. Quizá aquella agua fresca de mi ciudad hoy no sea más que agua putrefacta de alcantarilla.

Reencuentro boquerón


Entrañable, sencillamente entrañable. El viaje, largo pero sin complicaciones: durmiendo como un ceporro la mayor parte del camino. Me esperaban en el aeropuerto de Málaga mis tíos Martín y Carmen, mi madre, mi hermana… y una amiga entrañable: Blanca. Qué sorpresa, qué alegría, qué alboroto (perrito Piloto). Paseo por la calle Larios, cafelico en una terraza, sol y colores a raudales, gente gritando por las calles, tropezones con la multitud sin “excuse me” que valgan… y el culmen: pescaíto en un chiringuito del paseo marítimo (Polo, nos preguntamos a qué altura del paseo vives!). Por cierto, si a alguien le quedaba alguna duda, Blanca es Awen. Perdón querida amiga, he desvelado tu identidad. Sólo te falta ya tener un blog.

He vuelto / I'm back


Pues sí, que sigo con el blog. Parece que todo este tiempo fuera de Granada me había servido de poco. Pensaba que no iba a tener nada que contar, que nada sería interesante… pero la vuelta ha puesto de manifiesto los contrastes, las virtudes y defectos de esta ciudad y la sociedad con la que me he topado. En fin, seguiremos escribiendo con la filosofía de decir algo interesante, tratando de esquivar el peligro de la vanidad y el super-ego que supone siempre tener un blog, y tratando, como decía Agamben, de hacer la realidad posible y lo posible realidad. Los post siguientes son mosaicos de la primera semana en Granada… perdón por el atracón.