Thursday, May 28, 2009

Wilco en Granada

Salí despedido de la facultad, echando el telón del curso. Había terminado poniendo al siglo XX en su sitio, llevando la militancia más allá de donde quizá hay que llevarla. Los Wilco tocaban en Granada.

A 15 días de volver de dejar Michigan, hice un viaje a Chicago. Todavía lo recuerdo. Mi primer viaje solo, en un tiempo raro, de transición, a una de las ciudades más especiales del primer mundo. Tras bajar del Hancock Building y ver el lago Michigan, recuerdo caminar por la Gran Milla de Oro. Tenía que comprar un recuerdo de esa ciudad. Pensé en un disco y entré en una tienda. Los Wilco, banda de Chicago, habían sacado un nuevo disco. No los había escuchado en mi vida. En lugar de ese "Sky Blue Sky", me decidí por el "Yankee Hotel Foxtrot": en su portada aparecían las Marina Towers, uno de los emblemas.

El concierto de ayer fue fabuloso. Nada mejor para olvidar al mejor Barça de la historia. Seis tipos tocando una música inclusaficable, una voz quejosa y unos arreglos que sonaban a eternidad. Los tiempos también han cambiado en otras cosas: mi amigo Fernando sólo aguantó dos cervezas tras el concierto. A las 1 en casa.

Monday, May 18, 2009

La muerte de un poeta


¿Y qué decir ante la muerte de un poeta? A un vulgar historiador le encantaría ser creador y, si lo fuese, daría lo que fuese por escribir un puñado de poemas que sobreviviesen, al menos, una estación.

Mario Benedetti tenía algo de Antonio Machado. Al otro lado del mundo hispano, creo que compartían esa preocupación -y creencia- en el hombre y en su dignidad. Creo que los dos hacían del sentido común el arma más temible y convincente. Nada de lo que escribían sonaba a discurso político, sino a la política cotidiana con la que todos nos quedamos. Para uno, el Sur también existía; para otro, la soledad de la represión franquista era la de aquel hombre 'caminando entre fusiles'. Ambos eran hombres cotidianos, con los que nos identificamos tanto, de esos que nos pegan a la vida, de esos que nos cuentan las verdades con sus chaquetas y pantalones gastados de tanto vivir. Y ambos, más allá de partidos políticos, hicieron de su poesía y de su vida compromiso.

Pero hay algo de Benedetti que siempre me llamó la atención: unir la justicia al amor. Sus poesías estaban repletas de palabras sencillas en las que, a veces en el mismo verso, se identificaba el amor con la justicia. Creo que, para él, la justicia y el amor eran una forma de compromiso, dos vías para cambiar el mundo.

Hablar de un poeta es como hablar de Dios. Exige respeto y todo lo que se pueda decir es incompleto. Por eso ruego a todos mis lectores que perdonen estas atrevidas reflexiones. Había que escoger un poema. Permítame la injusticia de pegar sólo uno:


TE QUIERO


Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo con codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor y mi cómplice y todo
y en la calle codo con codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor y mi cómplice y todo
y en la calle codo con codo
somos mucho más que dos.

Wednesday, May 13, 2009

La muerte de un músico

Al llegar a casa me topo con la muerte de Antonio Vega. Uno no sabe qué decir cuando muere un músico. A veces nos recorre un temblor, un miedo, parece agitarse el abismo bajo nuestros pies. Quizá es el temor a que, con la muerte del artista, perdamos para siempre el tiempo y los momentos a los que estuvieron pegadas sus canciones.
Una canción puede valer un instante, un recuerdo, un momento especial y, por supuesto, una vida entera. Quizá por eso son tan importantes: sin ellas, ni nosotros existiríamos, aunque a los músicos grandes se los trague el polvo.

Acabo con el comienzo de un artículo publicado hoy en EL PAÍS:
"Llevaba toda la vida muriéndose y nadie se lo creía. Siempre estaba ahí, en la reunificación de Nacha Pop, en los discos de sus amigos, en homenajes de otros o para él, o en esas noches entre semana, solitarias y frías, en la sala Clamores de un Madrid que creció con él. Con su guitarra y su mirada escurridiza, veías que la vida se cebaba con Antonio un día sí y otro también, pero su música, su alma, ofrecía siempre la promesa de un lugar mejor, un sitio humano y eterno fuera de las drogas y los problemas, donde solo los sueños se hacen realidad. Era como una leyenda urbana, pero hoy la realidad ha pegado con toda su mala leche, con toda su insoportable verdad y crudeza. Antonio Vega, el autor de Chica de ayer, la canción de la movida, la de la generación del cambio y la democracia en España, se ha ido para siempre".


Monday, May 04, 2009

Cerrar los círculos


Volvamos a Semana Santa. Como dice la expresión inglesa (o el disco de Stereophonics): 'You have to got there to come back'. Hay días en nuestras vidas que nos marcan para siempre. Y, siempre, esos días están marcados con lugares: un bar donde nos reuníamos y no hemos vuelto, un lugar donde jugábamos de niños y perdimos para siempre, o ciudades que nos hicieron lo que somos y a las que nunca volvimos.

Ann Arbor (Michigan) y Londres son dos lugares importantes para mí. Uno los mira desde lejos, con recelo, con miedo a la vuelta y a desdibujar los buenos momentos si uno lo hace. Pero al final hay que dar la cara y volver. Con la excusa de algo relacionado con el trabajo, me dejé caer por Londres. Como sucede en estos casos, muchos ya no estaban. Pero otros sí. Volver a los mismos bares, pasear por donde siempre, recordar todo un año con un sonrisa en el rostro y, por supuesto, disfrutar de los grandes amigos que me han construido. Volví a despertarme en West Norwood, tomé el tren a Victoria Station, pasé por el Battersea Powerplant, caminé por Oxford Street, visité a Picasso en la National Gallery, entré a escuchar un concierto en el nuevo St. Martin in the Fields, paseé por el Southbank... estuve allí. A veces, hay que volver, cerrar el círculo de una historia para descubrir que, en efecto, somos lo que creemos ser.