Monday, March 03, 2008

El Graduado / The Graduate

Ya no se hacen películas como esta: tan originales, con una historia tan buena que contar y unos actores espectaculares. Pero, a veces, las cosas tienen que llegar en el momento justo para que no pasen desapercibidas y podamos valorarlas. Ha sido el caso de "El Graduado" (1967).

Es la historia de un joven graduado, de familia muy acomodada que, al terminar la carrera, no sabe dónde dirigir su vida. Es entonces cuando el sexo y, después, el amor, salen a su paso. Juventud, sexo, amor y soledad, palabras que seguramente tienen mucho más en común de lo que acertamos a comprender. Como esa escena en el campus de la universidad, en la que el protagonista está sentado, sin nadie alrededor, esperando a la mujer que tiene que decidir, con su opción, qué será de su futuro. Es en ese, o en otro momento de la película, cuando escuchamos eso de "hola oscuridad, querida amiga, vengo a hablar contigo otra vez", en esa banda sonora que parece provenir de otro mundo.

Estar enamorado supone hacer cosas estúpidas, irracionales, sin sentido. Cuando todo está calculado, cuando se siguen los pasos correctos y definidos por nuestro entorno... quizá no lo estemos. Benjamin, (Dustin Hoffman) el protagonista, deja su casa, su vida, decide que va a casarse con alguien que lo detesta, suplica el perdón de lo imposible... y destroza una boda. Cruza los límites, como hacen los verdaderos héroes, rebasando las normas sociales, como hacen los hombres y mujeres enamorados. Si Marlon Brando se bajaba los pantalones y enseñaba el culo a la caduca burguesía en "El último tango en París"... Dustin Hoffman asalta una iglesia, grita, golpea los cristales, abofetea al padre de la novia, la abraza y, blandiendo una cruz (todo un símbolo), mantiene a raya a los que se oponen a sus sueños. Esa misma cruz sirve para encajar la puerta y dejar a la sociedad hipócrita, a lo establecido, encerrada en su templo.

Él y ella, de blanco, escapan en un autobús sonriendo, emocionados. Pero los sueños y el amor dicen que duran poco. Y cuando se tiene lo añorado los sueños se diluyen, la magia desaparece, el futuro se hace plomizo. La última escena nos anuncia la normalidad más cansina, seguramente tan ajena al amor, y tan propia de los que alguna vez estuvieron enamorados: sin un beso, sin una caricia, sin una mirada, los novios miran al frente con la mirada perdida, sin brillo, mientras que el autobús sigue su camino.

4 comments:

Anonymous said...

El tiempo desluce los brillos más resplandecientes... pero les otorga una pátina que es de una belleza curiosa y a veces denostada y muy mal entendida. Ay, quizás debamos saber mirar mejor las pátinas de todo: de las personas, de los retablos, de los edificios, de los leones, y de las relaciones...

N said...

¿Eso que dices es estar enamorado? a lo mejor cabe algo de lógica en la pasión ¿no? quizás así terminen mejor las historias.
Alguna tiene que terminar bien, a lo mejor nos toca...

Anonymous said...

http://www.youtube.com/watch?v=XP7cEp-FHs0&eurl=http://elpatiotrasero.net/

Me ha hipnotizado la canción y quería compartirla con vosotros.

El Cinéfilo Ignorante said...

Qué bien escrito está, Bobby ...aunque a veces parezca que la lucidez tiene algo que ver con el pesimismo...

El enamoramiento carece de lógica; la presencia del sujeto amado rige todo comportamiento... a lo loco, claro, porque creo que jamás se conocerá enteramente a otra persona ...al menos en nuestra sociedad.