Tuesday, March 11, 2008

Mi personaje (IV) - Una tarde con Lucila

No. Tranquilos. No me vuelo, no me llevan los aires que azotan Inglaterra; tampoco me arrastra el Támesis. Algunos os habéis molestado en escribirme un correo para preguntar por mi destino. Tranquilos: resisto en mi pequeño suburbio del sur de Londres.
Hoy ha sido un día especial. Otra vez me he cruzado con la historia de "Carlos Posada", "mi personaje". Este hombre al que ya dediqué posts anteriores: escribió un diario durante la Guerra Civil y, el destino, me hizo encontrarme con su hija, autodesterrada en Londres, y su nieto.

Bien: hoy he ido por primera vez solo a visitar a Lucila, su hija. Tiene 85 años, una vitalidad increíble y una vida que no quiere apagarse. Vive sola en la zona de Earl's Court. Y me esperaba a las tres de la tarde.
Entre la lluvia y el viento, me presenté en su puerta diez minutos tarde. Rápidamente, nos sentamos en su salón, mirando a un jardín interior. Y mientras que la lluvia cae sin cesar, mientras que las ramas de los árboles quieren entrar en nuestra conversación agitándose sin cesar... se abren las puertas de la Historia.
Enchufo la grabadora, con su permiso. Y comenzamos a conversar. Se nos va el santo al cielo. Lucila habla de su niñez, de sus creencias, de Dios, de la guerra civil, de la república, de la posguerra, de cómo conoció a su marido, de cómo educó a sus hijos, y de quién era su padre... Lo hace con templanza, pero apasionada: a sus años, sigue sin entender cómo llegamos a aquello, por qué asesinaban a gente bajo su casa del Parque Metropolitano en Madrid de 1936... y por qué en la España franquista la represión retumbaba a sus espaldas, mientras que recordaba cómo un buen día, mientras que su padre le daba clases de francés, se la llevaron a la cárcel de Ondarreta (San Sebastián). Frecuentemente, se interrumpía a sí misma y me preguntaba: "ah, ¿pero no quieres nada? ¿no quieres un té? ¡No te he dado nada, soy un desastre!"

Creo que Lucila ha sido feliz reviviendo su pasado. Cuando apagué la grabadora, seguía hablando y tuve que encenderla un par de veces más. Incombustible. Asumía que la guerra civil, pese a sorprenderla con escasos 16 años, fue el acontecimiento de su vida. Quizá Lucila necesitaba hablar.

Después, me ha enseñado unas fotos fantásticas de su padre y su familia. Me empeñé en ir a escanearlas. Se ofreció a acompañarme... ¡conduciendo su coche! No sabía qué podía pasar. Entre la ventisca, la lluvia y las hojas caídas, su coche avanzaba hacia High Street Kensington. De milagro no nos matamos. Los autobuses de dos pisos, los taxis y los lujosos coches de Chelsea pasaban a menos de un palmo de distancia...
Finalmente llegué a la copistería. La verdadera sorpresa del día llegó al pagar: 47 libras. Palo de los buenos. Mis cálculos económicos mensuales a la basura. Volví a casa andando, pues Lucila no podía aparcar su coche y tuvo que regresar (casi lo preferí). Helado, volví a llamar al timbre. Otra vez me recibió, esta vez con unas tostadas, agua y helado de fresa.

La dejé pegada al teléfono, hablando con una antigua amiga de la Institución Libre de Enseñanza, donde estudió. Minutos antes me confesaba que, aunque lucha cada día contra la soledad, no supone para ella ningún problema. Pensando en todo eso, salí a la calle, me tragó la boca de metro, llegué a una estación Victoria desierta y, por fin, a West Norwood. La experiencia hizo que los 47 pounds se quedasen en una anécdota que debía ser contada en un post tan largo como este.

15 comments:

Anonymous said...

Tengo ganas de ver toda esa información de tu personaje y su familia junta, leerla y entender un trocito de su historia, también la nuestra...

muchos besos desde aquí. ¿vienes en Semana Santa?

Anonymous said...

La guerra marcó su generación, la de miles de españoles, de ambos bandos, debe ser terrible. La generación de la post-guerra creo que la ve con los ojos de sus padres, nosotros con los de nuestros abuelos, muchos incluso ni eso pueden escuchar, y ahora lo vemos con una visión diferente, con afán de investigar, de recuperar, es raro.

Yo solo recuerdo un par de veces hablar con mi abuela de la guerra, con lágrimas en los ojos hablaba de su padre, de como le mataron, de su casa en Madrid y lo que quedó de ella. Mi abuelo si contaba más cosas, bueno él tuvo suerte y no combatió, se mantuvo al margen porque trabajaba en una fábrica de armas, toda la vida en la misma fábrica, pero uno de los recuerdos mejores que tengo son, a sus 92-93 años, con la vista practicamente perdida, el oido casi inservible, como se convirtió en un apasionante narrador de su vida, le grabamos varias cintas, una pasada, sus viajes de Cádiz a Algeciras en diligencia con paradas en las postas para cambiar caballos, cruzar el estrecho y que un destructor inglés les abordase para comprobar el pasaje, no se, miles de historias de su vida, incluso cuando, durante la guerra fueron a ver a Franco a Burgos para que no se llevase la escuela de oficiales de la Armada a Marín y la dejase en San Fernando, jeje, logicamente el caudillo ni les recibió ni les hizo caso. En fin miles de historias, como cuando me siento en casa de mis abuelos a ver la ingente cantidad de fotos antiguas, (una pena el Hispano de un bisabuelo, arrojado por un terraplen en la guerra por los ...).

En fin, siempre desvariando un poco que es lo mio.

Saludos y hasta pronto, anonimogr.

Anonymous said...

gracias por el testimonio. Me ha gustado mucho leerlo. Espero que te siga yendo bien.

N said...

Jajaja, seguro que exageras y la mujer no conduce tan mal.
Me alegro de tu encuentro y más aún de que nos lo acerques. Últimamente me topo mucho con estas historias y siempre hay algo más que ver, que entender, que asumir. Y nuestras familias estaban allí.

Anonymous said...

Saludos, Bobby. Un pajarito de Córdoba que vive en Sevilla me comentó que tenías el blog y me lo recomendó... Un placer leerte, de verdad, y sobre todo saber algo de tí después de una buena temporada sin vernos. Por cierto, ¿por qué no escaneaste las fotos tú mismo en casa?
Un abrazo, Paco (¡cuánto tiempo, igual no sabes ni qué Paco!)

Bobby said...

Ayer me encontré a Lucila Posada en una conferencia sobre el Quijote y Ausias March en el King's College. Me la encontré a la hora de los vinos. Increible. Iba acompañada por una sobrina-nieta de Manuel Bartolome Cossio, uno de los más destacados personajes de la Institución Libre de Enseñanza y la Residencia de Estudiantes. Lucila no tomaba vino, no.
Paco: supongo que eres amiguete historiador... cuándo te casas shavalote? No tenía escáner en casa...
Anonymous, no sabía eso de tu familia. Y esas fotos, no serán de la época de la guerra civil o la posguerra no?
Actualización: Lucila tiene 86 años.

Anonymous said...

si te interesa el urbanismo debes de visitar el siguiente blog http://mariano-sinpalabras.blogspot.com

ya me comentaras, y pasalo

Anonymous said...

Migue, tengo documentación y fotos de la preguerra, guerra y post-guerra, poco, bastante desordenado, pero algunas cosas se conservan, hasta el portamonedas (típico de toda la vida), con la bala y la moneda que la paró, cuando mi abuelo la llevaba en el bolsillo izquierdo de su guerrera, una suerte, aunque como militar tuvo 3 heridas en combate, gracias a Dios esta que pudo ser mortal se libró. Su diario, pocas páginas de sus primeros dias como oficial en Marruecos, con 17 años y ya en combate.

Jeje, me acuerdo de mi primo, su abuelo fué oficial de la armada y estuvo durante la II Guerra mundial con los alemanes, supongo, porque conserva fotos de su abuelo con el uniforme de la marina alemana y hasta una cubertería de plata con la svastica, jeje, sobra decir que no son nazis ni nada por el estilo.

En cuanto a fotos, tengo algunas de la armada, maniobras conjuntas con la marina alemana antes de la guerra, nuestros Dornier, vamos el "plus ultra", menús de las comidas con los oficiales alemanes y algunas cosas más, no he investigado mucho esa documentación, porque tenía bastantes documentos mucho más antiguos, desde 1500 más o menos que me llamaban más la atención, pero esos ya no están, asi que le intentaré prestar más atención a estos más adelante.

Me gusta el tema, aunque soy un totalmente inculto en esos temas.

saludos y hasta pronto, me tomaré un helado de los italianos a tu salud, jeje.

Anonymous said...

Ya están abiertos los italianos?

Anonymous said...

Litro y medio dicen que sí je,je.
Desde el fin de semana por lo menos.

Anonymous said...

Yuuujjuuuuuuu!!!!! pues nada, nos veremos. Migueeeee, los italianoooosssss!!!!!

Bobby said...

Anonymous... si hay diarios y cartas, los podría ver? Pero entonces tendría que conocerte! Y documentos desde el 1500? No serás marqués o algo así?
Por cierto: ¿ya empezáis otra vez con las coñitas de Los Italianos?

Anonymous said...

No, ni marqués ni nada, pero si que han salido de casa varias cajas de documentos a un archivo público con toda la documentación antigua, había cosas muy interesantes, teniamos documentación de las plazas de Orán y otra africana donde habían estado de governador un antepasado, de temas militares, cosas muy interesantes como una orden de Carlos IV de armar un Galeón para luchar de corsario y de hacerlo en secreto, temas simpaticos como la reprimenda a un teniente que se estaba tirando a la mujer del panadero del cuartel, libros de recetas de cocina o mejor, de "recetas" medicas, como atarle una mandibula de gallo a los niños al cuello para que no les doliese los dientes, o peor, introducirse la cabeza de un pollo por ... para las almorranas, jeje, si lo hemos pasado muy bien con los "papeles antiguos". Yo en casa guardo algunos documentos de propiedad, que son un tostón, que salvé de una finca que iban a vender (no de mi familia, de la familia de mi mujer, en concreto su tia y le daba igual tener abandonados allí los papeles o libros antiguos que pude salvar).
Si mantenemos algunos que no han salido, como ejecutorias, bulas y temas por el estilo, incluso documentos con las rentas que debían pagar los reinos de jerez, mazalquivir y otro que no recuerdo

En cuanto a la Guerra Civil, una pena, creo que mi abuela destruyó las cartas, tengo que mirar, teniendo en cuenta que su padre era un alto cargo de una de las armas del ejercito y que estuvo en las maniobras en Canarias de abril del 36, supongo que alguna cosa interesante podría haber, lo que pasa es que él fué fusilado días después del alzamiento (sin juicio, sin cargos ni nada, osea, como la mayoría), y sus pertenencias saqueadas, su casa en Madrid, más de lo mismo, asi que no queda demasiado, no más que unos cuantos documentos, fotografías de maniobras y su uniforme de gala. De otros militares en la guerra, poco se, 4 bisabuelos, 3 militares, el primero ya contado, el segundo General de Estado Mayor retirado en el 36 estuvo de Gobernador Civil durante la guerra, pero su casa se incedió en los años 40 ó 50 y se perdió todo lo que tenían, otro era de Artillería pero se retiró en los años 20 y el 4º era civil y le dieron "paseillo", hoy en una de tantas fosas comunes.

Mis abuelos, uno civil, nunca combatió, por su trabajo en la fabrica de armas y el otro militar de Artillería, no me he puesto a buscar papeles, si su diario durante sus primeros dias en la guerra de Africa en los años 20, si tengo fotos, uniformes, medallas y armas antiguas, pero no se si habrá algo interesante de la guerra civil, lo miraré y si veo algo te lo mando por mail, que no hace falta conocerse, jeje.

En fin perdón por el tocho y no te piques por los helados, jeje, sentimos que estés a miles de kilometros y no puedas disfrutar de ellos aún, pero ya llegará...

Jesús said...

Qué apasionante es la investigación, qué inexplicable sensación recorre el cuerpo cuando se recorren lugares persiguiendo secretamente dar sentido a una información valiosa sólo para uno. Qué disfrutable la soledad de regreso a casa, esperando llegar ante el ordenador para escribir unas cuantas ideas.

Qué mal lo pagan.

El Cinéfilo Ignorante said...

Bobby, qué bien está tu texto. Ha sido un placer leerlo: estaba viendo a la señora, a quien se le habrá puesto cara de abuelita inglesa, ¿no?

La cárcel de San Sebastián no sé si era zona franquista o republicana para cuando llevaron allá a este hombre...