Friday, December 05, 2008

Nosotros frente al espejo


Contemplarse en un espejo es una situación extraña, ¿o no les parece, queridos lectores? Seguramente no recordamos la primera vez que lo hicimos, pero tenemos grabado a sangre y fuego esa sensación, que se repetiría una y otra vez, de preguntarse a uno mismo: ¿ése soy yo? ¿ese aspecto tengo?

Mirarse a un espejo es un momento emocionante. Solos, frente a frente. Tu yo interior, el que mejor se conoce y, generalmente, el que mejor se acepta. Y tu yo exterior, tu imagen, lo que los demás ven. He tardado mucho tiempo en hacer coincidir a los dos. Han pasado años y años pensando que tenía dos yo: el interior, el mío, el auténtico... y el externo, el que todos veían, el que nada decía de mí. Sin embargo, ambos eran erróneos: seguramente somos nosotros por fuera y por dentro. Y es díficil hacer coincidir al pensamiento, al sentimiento, lo que se esconde tras nuestras pupilas y lo que, un día frente al espejo, vemos que somos. Pero a veces, llega un momento en que uno y otro coinciden: alma e imagen se reconocen, se miran, se identifican, se dan la mano y, por qué no, se abrazan y son una.

3 comments:

N said...

Espejos reales y otros humanos. Vernos como nos ven, escuchar qué mostramos aunque queramos ocultar. Eso también es toda una experiencia y construye lo que a veces nos encontramos al mirarnos al espejo.

Aguamala said...

Personalmente, en relación con los espejos, siempre me ha inquietado la posibilidad que ofrece el observarse en uno a través de otro. Eso nos permite vernos desde fuera, examinar nuestro perfil, ver nuestra propia mirada perdida en otro punto, imaginar nuestros gestos cuando hablamos con otros, cuando reímos…sensación rara esa de sentirse observado por…uno mismo.

Un beso desde Viena!

PD.-¿Te has comprado ya el Day and Age? Yo sí! Alucinante.

Anonymous said...

¿Espejos? ¿sojepsE?