Saturday, December 22, 2007

Cosas por decir y hacer en cualquier parte


La noche terminó con el grito de guerra de nuestro amigo Javier. Justo antes, "El Cigala" había decidido dejar el bar de flamenco del madrileño barrio de Lavapiés donde nos encontrábamos. Acompañado-apoyado por/en unos amigos/empleados, había salido a empellones del bar. Roberto, Javier y yo volvimos a casa tomando la calle del Olivar. Atrás quedaba un día extremo.

Había tomado el autobús a las 7 de la mañana desde Granada. Iba a estar en Madrid algo más de 24 horas, pero sería suficiente. Ahora o nunca: ver a algunos de los amigos de Michigan merecía el sacrificio (y sus consecuencias). Al llegar a Madrid sobre el mediodía, no me pude contener: me pasé por un archivo y hasta me traje alguna documentación.

Javier me esperaba en Plaza de Castillla. Nada había cambiado. Los años no pasan por él. El mismo peinado, la misma barba bohemia, su chupa de cuero vintage, su mochila de las tardes de café y trabajo en Ann Arbor... y su inconfudible tabaco de liar. La nueva bufanda señalaba la entrada de alguien nuevo en su vida. Tuvimos toda la tarde para ponernos al día: primero unas rápidas cervezas, después el almuerzo con su madre, y por la tarde, la visita a la exposición de Paula Rego en el Reina Sofía. Siempre falta tiempo con Javier. Conversar con él es uno de los mayores placeres que uno puede encontrar. Te mira con sus ojos templados en casas ocupas, bares de Mallorca, sindicatos revolucionarios, poesía de Leopoldo Panero, años en Lavapiés y miles de lecturas de filósofos, literatos o poetas más o menos malditos.

Al rato nos encontramos con otros amigos suyos y, el que faltaba, Roberto. Acababa de aterrizar desde Michigan. Es un burgalés arrepentido de ser castellano, hace tiempo historiador y ahora no se sabe muy bien qué, dedicado al estudio del nacionalismo español. Es de esas personas que, tras una apariencia de normalidad, esconde una inteligencia que ni él mismo acaba de creerse, una integridad fuera de lo común y, por qué no decirlo, un gusto por el buen vivir y la buena compañía.

Disfrutamos esa noche. Pocas veces uno encuentra la oportunidad de hablar de las diferencias entre Laclau y Zizek, "Numax Presenta...", documentales, cine, Ortega y Gasset y su "España Invertebrada", etc. Cuando volvía a Granada, a eso de las 9 de la mañana del día siguiente, pensaba en qué nos unió el año pasado a los cinco amigos de Michigan (faltaban Sergio, en Ann Arbor, y Eduardo, en Vancouver). Como decía Roberto sobre nosotros mismos, "aquí el que menos está como una cabra". Es difícil explicar o entender qué nos une y que me hace echar tanto de menos aquellos días. Todavía me lo pregunto, pero el caso es que nuestra amistad funciona y que, sin duda, nos quedan muchas cosas por decir y hacer.

2 comments:

N said...

Tus horas puntuan doble. No se si es la buena vida, más bien creo que lo haces bastante bien. ¡¡Y seguro que te quedaron ganas para seguir disfrutando el fin de semana!!

Anonymous said...

Vaya, veo que coincidimos en el espacio temporal en Madrid, mismo día y en Lavapiés... no te veo en Granada y te encuentro en Madrid y te mato!

Besos