Justo después de una semana de calor, refugiado en la British Library Newspapers de Colindale, llegó el fin de semana. Y con él, el frío y otros amigos que vinieron a visitarme. Enseñar Londres en un día y medio es complicado. Quizá lo mejor es pasear por la ribera del Támesis. Eso hicimos el sábado, desde Westminster hasta llegar a la City of London. Caminando, escuchando a los músicos tocar, oyendo todas las lenguas del planeta, viendo a todos los mimos de la ciudad, y atendiendo a cómo el tiempo cambia poco a poco. Refugiados en la orilla sur, con la ciudad al frente, acorralados por los aviones que no cesan de perforar el cielo de Londres, entre unas nubes que a cada hora se hacen más densas, más espesas... hasta que el sol desaparece.
A la mañana siguiente West Norwood apareció nevado. Las calles estaban desiertas, los trenes vacíos y el silencio se imponía en la calle. Fue entonces cuando tomé esta foto: cuatro vías que no se tocan, que se pierden al final de un corredor, flanqueadas por unos árboles helados que nunca podrán ser más altos que el horizonte.
3 comments:
Que distintas son las mañanas con lluvia o nieve. Son distintas y te hacen sentir diferente, como las noches de cielo rojizo, algo de frío y fina lluvia que, aunque no lo parezca, moja igual. Quizás es porque lo diferente lo percibimos como extraordinario y lo sobrevaloramos. Quizás le demos poca importancia a un día soleado aquí.
Da que pensar una simple fotografía.
CHB
Y más con la última frase.
Vías que no se tocan, árboles que no son más altos que el horizonte...si, da que pensar.
Una foto entrañable e inquietante
Post a Comment