Tuesday, May 27, 2008

Josep Lluis


El 15 de mayo pasado nos visitó en la LSE Josep Lluis Carod Rovira, vicepresidente de la Generalitat catalana. Este post nace con todo el respeto que se merece alguien elegido en unas votaciones democráticas, pero no dejaré de exponer mi opinión.

La figura de un nacionalista que se declara de izquierdas es todo un retrato del estado patético al que ha llegado, en algunas cuestiones, el mundo contemporáneo. La nación y la igualdad entre los hombres son contradictorios: a la hora de gobernar y decidir, ¿qué pesa mas, el individuo o la nación? A no ser que estemos concibiendo las naciones como si de clases sociales se tratase, no entiendo nada; aunque bueno, eso lo explicaría todo.

Algunas pinceladas para situar a los lectores en el acto. Sala lujosa, con unos 60 asistentes. Según me comunica algún investigador amigo, llegó a contar 14 personas pertenecientes al séquito político que provenía de Barcelona. Si a eso le sumamos los alumnos de la sociedad catalana de la LSE y demás asistentes, y tenemos en cuenta que la charla fue impartida en catalán, comprenderemos el poco sentido crítico que tendrían las palabras de Carod en uno de esos "templos de la sabiduría", que diría Unamuno.

Vamos al contenido. O mejor, a lo que no se dijo: no se pronunció en ningún momento la palabra "España", y sí "Estado español". Tampoco se habló de la Comunidad Valenciana, Baleares o Cataluña de forma diferenciada: ni se empleó el término "Países Catalanes", sino "Cataluña" para referirse a todas esas regiones y, oh sorpresas de la geografía, al sureste de Francia ("Cataluña del Norte", fue llamada). También hubo sorpresas históricas: Cataluña tiene 1.200 años de vida cuando, oh ignorante de mí, pensaba que las naciones nacieron en el siglo XIX como fenómeno contemporáneo (Hobsbawm es un ignorante y yo sin saberlo).

El momento estelar llegó con las preguntas. Ninguna cuestionó el discurso homogéneo de Carod. A todo el mundo le pareció bien que Cataluña fuese sólo catalano-parlantes, que la identidad de los catalanes fuese homogénea, que no hubiese diferencias. En un momento dado, crecido ante un público fiel, domado y preparado para aplaudir, Carod afirmó que los "españoles y Madrid somos genéticamente centralistas". Hasta los más fieles se asustaron de sus palabras, pues el jefe del gabinete de prensa se levantó de su silla, se acercó a los periodistas y, apuntándoles con el dedo, les advirtió: "no apuntéis eso, que se ha pasado". En fin, homogeneidad al canto desde un discurso que pide el reconocimiento de su diferencia. Paradojas... o extremos que se juntan en un punto.

Durante la charla, mi amigo Peter, inglés e historiador, no paraba de darme con el codo y, con cara de sorpresa, apuntaba con su dedo a frases e ideas del texto repartido en inglés. Tras el acto, le pregunté qué pensaba. Respondió que le había parecido increíble, pero que también le había sorprendido que nosotros, sentados a su lado, estuviésemos tan indignados. Le comenté que quizá con el problema nacionalista de Escocia el se sentiría igual... y me contestó: "¿y a mí que más de da? Tengo cosas más importantes por las que preocuparme".

Seguramente el discurso homogéneo, victimista y, por qué no decirlo, esencialista del bueno de Carod es importante y consigue sacarme de mis casillas. Pero también es cierto que, a veces, la mejor respuesta es no prestarle atención y verlo en la distancia. El problema es que el nacionalismo, tanto español, catalán o cualquier otro, es algo demasiado importante como para dejarlo en manos de otros. Pero lo cierto es que causa un hastío... En fin, mañana más: Jordi Pujol cerrará los seminarios.

6 comments:

Anonymous said...

Pero, ¿de qué son los seminarios? Y, ¿quién está tan loco de decirle a Carod que vaya a dar una charla?

Me flipa lo de "no apuntéis eso, no apuntéis eso", pero que los peiodistas le hagan caso me parece más ridículo aún. Yo es que este tio me parece un auténtico pirado que cada vez que abre la boca para declararse nacionalista de izquierdas me revuelve el estómago y la vergüenza por la ignorancia que a cada paso demuestra.

Natalia said...

Los descerebrados con poder, aunque sea otorgado democráticamente, son peligrosos. En política hay más de una persona así, aunque no tengan nada que ver ideológicamente. Mira la Aguirre...

Anonymous said...

Cuando alguien hace lo complejo simple, lo diverso monocorde y lo heterogéneo homogéneo, es sintoma de que algo no le anda bien por la mente. Carod lo hace, menospreciando a aquellos que en Cataluña no piensan como él y reduciéndolo todo a lo que piensan gente como él, o el también lúcido y sediento de protagonismo político presidente del F.C. Barcelona.

CHB

El Cinéfilo Ignorante said...

El tema es de lo más interesante y el texto tiene mucho jugo (el principio es magistral).

La verdad es que dan ganas de haber estado ahí.

Este señor procede de una familia de guardias civiles (dicen), pero eso no es lo fundamental.

Lo principal es el victimismo de que hablas. Y que exhiben un imperialismo de juguete basado en el idioma, algo personal que no implica nacionalidad. Que se lo pregunten a los austríacos.

No se acuerdan del "Proletarios de todos los países, ¡uníos!". Es decir, acabar con las fronteras, no crear unas nuevas.

Y, en realidad, Cataluña ¡es tan española...! La tierra de Carmen Amaya, y de la rumba, y de Juanjo Puigcorbé (que deja de hablar de España), y de los Goytisolo...

¡Visca el mon sense fronteres!

megan saltzman said...

qué miedo da el nacionalismo...

Anonymous said...

Seguramente una parte fundamental del nacionalismo es la obtención de poder y mantenerse en él a costa de buscar un enemigo, hay que tener en cuenta que si existe un poder central, es dificil subir en cuota de poder, lo más normal es intentar descentralizarlo e intentar aglutinarlo.
Por otra parte un tema fundamental en los nacionalismos en la cultura o más bien la incultura, porque los nacionalismos utilizan la demagogia o hechos historicos cuestionables o claramente falsos para buscar cualquier tipo de diferenciación, si existiera una cultura general basada en la realidad y no en invenciones sería mucho más complicado arrastrar a la gente.
Lo peor de los nacionalismos es la exclusión, o conmigo o contra mi, y eso ha hecho que en el pasado siglo hayan muerto mucha gente por estos temas.

En fin que al final no es más que un instrumento de poder, que hay que darles el justo lugar, osea no hacerles caso pero no obviarlos porque crearán caldos de cultivo que a la larga pueden ser mucho más perjudiciales.

Un saludo, anonimogr