Tuesday, May 06, 2008

Una ventana al lago Michigan


Que la vida no es lineal, que las ventanas del pasado se abren en el momento más inesperado, es algo de sobra conocido. Cuando menos lo esperamos, cuando estamos en el día a día de nuestro plácido y rutinario presente, se abren esas las ventanas de par en par. Porque son ventanas, no puertas: no podemos pasar por ellas, volver a deambular por aquellos días, ver esos espacios, hablar con las gentes que allí dejamos; pero sí podemos asomarnos a su recuerdo, ver una y otra vez lo que recordamos, revivir lo sentido, lo vivido, las alegrías y las penas que todavía hoy marcan a sangre y fuego lo que somos. Valoramos entonces qué ha supuesto aquello que hemos dejado atrás. Lo que no ha merecido la pena, ya sea bueno o malo, se difumina, se pierde, no vuelve a ser comtemplado. Pero lo que es importante, aquello que nos ha hecho lo que somos... retorna una y otra vez, acompañándonos en el hoy y condicionando lo que queremos que nuestro futuro sea. Es entonces, sólo en ese momento, cuando comprendemos en su justa medida lo que nos ha hecho felices e infelices, cuando separamos lo mediocre de lo excepcional, lo gris de lo brillante.

Hoy se ha abierto una ventana a Michigan. La excusa de unas más o menos corrientes fotos de barbacoa me han llevado otra vez allí. Hoy he vuelto a ver la inmensidad del Lago Michigan, su azul sin fin; las dunas blancas de Sleeping Bear Dunes; las casas de madera, idílicas, alzadas a más de metro y medio del suelo para escapar del frío; las sensaciones de andar, ya en manga corta, por las calles de Ann Arbor, por Main St, por Liberty St -la calle donde un día viví-, pasear por los parques, el campus o la biblioteca de la universidad. Y por supuesto, he vuelto a conversar con los amigos que allí dejé, a comunicarnos como solíamos hacerlo: hablando poco pero entendiéndonos más que he logrado entenderme con nadie. He vuelto a revivir las cenas con vino, carne, tabaco de liar y whiskey, a pensar que España y los míos estaban lejos pero que era feliz. Nunca pensé que todo aquello fuese tan importante. Nunca fui consciente: cuando más me alejo, cuanto más distante quedan aquellas noches, más vuelve a mí todo lo que fui y que, ahora, no puedo dejar de ser.

6 comments:

Anonymous said...

¿Sabes algo que te hace especial? Es eso, es precisamente acordarte de esas situaciones, revivirlas, reconocerte en ellas y reconocerlas en ti. No mucha gente aprecia lo que tiene. Las personas ansían otras vidas y desperdician la suya comparándose y fijándose en las vidas ajenas. Cada momento existencial puede tener algunas alegrías, pero siempre hay muchas penas. Y hay que estar con los ojos abiertos para reconocer lo poquito bueno que nos trae la vida. Ese poquito consigue así hacerse muy grande.

Tú eres así, agarras lo bueno que te viene y no lo sueltas y lo mantienes en la mano como un naufrago se agarra a esa tabla que puede salvarlo. Así consigues combatir lo malo o incluso, que apenas te roce.

Después de un tiempo observando mi mundo me doy cuenta que es la única manera de sobrevivir cuerdo... y también he constatado que sólo quiero personas así a mi alrededor. Para recibir gratuitamente tragos amargos ya te dan taza y media en el devenir diario. Al menos elegir que te rodeen personas que miren con ánimo, añoranza y deseo la vida, no con amargor, pesimismo y recelo.

Sigue recordando y teniendo anclajes con la alegría, Bobby!!!!

Anonymous said...

Me gusta tu forma de escribir, me hace pensar y ver, si, yo tengo esas "ventanas", buenisima definición, casi siempre se ve con añoranza el pasado, lo bueno, lo que hizo que ese momento se marcase, luego intentas ver porqué variaste el camino, donde estuvo el punto de inflexión y te cuesta recordarlos, e incluso intentas focalizarlos para evitar esas añoranzas, porque siempre los recuerdos son de lo mejor.

Bueno, gracias por estos minutos de recuerdos.

Un saludo, anonimogr.

N said...

Pues espero que esto nos ayude al momento presente, a saber que cuando algo nos hace "cagar vinagre" es porque no lo vemos todo lo completo que es. Todo tiene una parte buena, algunas cosas tienen algo excelente y cualquier experiencia, echándole cabeza, nos hace crecer.
Me alegro de haber estado en la distancia de tu vida en Michigan.

Anonymous said...

No olvidemos que el pasado es la única cosa muerta que tiene un olor dulce. Esas "ventanas" al pasado son más que necesarias, ya sean nostálgicas o alegres. Es fantástico que extraigas lo bueno de las experiencias.

CHB

El Cinéfilo Ignorante said...

Creo que el nombre de tu calle chicagoense lo dice todo: uno no es consciente de disfrutar la libertad con lo bueno y lo menos bueno que tiene.

megan saltzman said...

qué bien escribes, migue.

tengo tendencia de idealizar y dramatizar el pasado.

besos,
m