Tuesday, July 10, 2007

Estrés, mierda y churros


Me ha dado el agobio. Y yo que creía esto de la adaptación superado. Acabo de encerrarme en casa, apagar el móvil, y en este preciso momento el teléfono está sonando y me niego a cogerlo. Quizá tenía Megan razón cuando me decía en un comentario pasado que me ve como un extranjero en su tierra (yo también la veía a ella en Michigan). Es curioso, seamos los blancos más racistas que los negros (lo que creo verdaderamente), sea la Alhambra maravilla del mundo o no (¿quién duda de que no lo sea?) o nuestros políticos granadinos se peleen por quién es el que ha apoyado menos a la candidatura de la Alhambra… hoy yo quiero escribir este post para relajarme. Aunque se me vea (se me olvidaba, Anónimo) más guapo junto a mi hermana y Awen.

La siguiente anécdota me pasó la primera semana que andaba por aquí. Tras resaca brutal de bienvenida, caminaba yo junto a un coruñés casi ajeno a Granada por la Plaza de Bibrambla. Era mi adaptación a la ciudad, y todavía no había visto el rasgo más característico de nuestras gentes. Buscando una terraza para desayunar churros, intentaba yo impresionarlo: “esta es la Catedral”, “esto es la Alcaicería”, “este burro-aguador es un adefesio”, etc… hasta que llegamos a la mítica Plaza de Bibrambla. Caminábamos decididos hacia la terraza en busca del mentado café con churros. Cuando de repente:

X: “Mierda”
X acababa de pisar, resbalar y surfear sobre la mierda más pastosa y grande que he visto en Granada en todos los días de mi vida. Gelatinosa, olorosa, asquerosa… y marrón, muy marrón (claro). Para colmo, calzaba náuticos… con suela blanca. Yo intentaba disculpar la situación:
“Desde luego, es que la gente no tiene educación, bla, bla, bla”.
Y de repente, cual profeta oscuro de la noche (o de la mañana) rugió, o mejor, sopló el aullido del granadino típico, en toda su esencia metafísica. Un hombre sentado en un banco junto a nosotros, espetó:
“Titi, desde luego, llevas mierda y suerte pa tor día”.
No pude contener la risa. Intenté justificarme ante X:
“Ves, esto es la malafollá granaína, que también debes conocer”.
X respondió: “pues no tiene ninguna gracia”. Y digo yo: ¿quién ha dicho que la tenga?
Después de limpiarse afanadamente su suela, desayunamos. Dejé a X en la facultad de Derecho, donde acudía como miembro de un tribunal a cátedra. ¿Olería mal aquel día en la universidad?

3 comments:

Anonymous said...

"Aunque se me vea (se me olvidaba, Anónimo) más guapo junto a mi hermana y Awen. "

No he dicho que se te vea más guapo, jeje, sino que se te ve muy bien rodeado, de guapas mujeres, una pena no poder acercame por si se pega algo, jeje.

Siento la "mierda" de bienvenida que Granada brindó a tu amigo y más lo siento por la persona que se presentase ante dicho tribunal, espero que no fuera el alegre transeunte con su ocurrente malafollá.

Ahora, me he reido bastante con el post, mala pasada de nuestro humor, que reimos de las desgracias ajenas, pero es que lo cuentas de una manera muy visual y no he podido resistir la carcajada.

Un saludo. Anonimogr

N said...

¿Y no hubo un "...y la polla, vaya mierda has pisaooo, compáe"?

Anonymous said...

Tú siempre estás guapo, con nosotras o sin nosotras!!

Sé lo que es sentirte extranjero en tu propia tierra, Migue, al fin y al cabo he vuelto a nuestra Granada después de trece años de exilio, ya sabes, y como te comentaba el otro día, es extraño... en todas las ciudades donde he vivido, llegabas y no conocías a nadie y tampoco la ciudad. Aquí es como si mi tren hubiera pasado, conozco a gente, aunque ya no pertenezco a sus grupos ni me tienen en la agenda para eventos, conozco las calles, no necesito planos... pero me siento extraña entre los granadinos. En parte es una sensación como si nunca me hubiera ido y por otra es la de estar en una ciudad nueva, pero que ya conozco. Es difícil explicarlo. Es un tipo de soledad inusual, quizás estaba demasiado acostumbrada a la soledad del nuevo en un sitio. Lo bueno de esas experiencias anteriores es que ahora mi facilidad para entablar amistad, quedarme con números de teléfono, aparecer sola en bares... es pasmosa, ni fatiga (como decimos aquí, ni corte), simplemente necesidad de relacionarte.

Migue, todo se nos pasará y volveremos a ser unos integrantes de esta sociedad malafollá... jajaja

En cuanto, a la mierda, ya me reí suficiente cuando em lo contaste por primera vez... pero sigo imaginándome la cara del gallego con el comentario... ay, si es que la mala follá granina habría que protegerla como patrimonio etnológico!!!