Sunday, March 04, 2007

Washington D.C.


A fines del siglo XVIII, George Washington, el primer presidente de EE.UU., encargó la planificación de la capital de las ahora independientes 13 colonias al arquitecto francés Pierre Charles L’Enfant. L’Enfant trazó desde un principio las calles y avenidas con un estilo suntuoso, consciente de dibujar lo que sería el epicentro de uno de los mayores imperios de la Historia. Nació entonces Washington D. C. (Distrito de Columbia), primera ciudad diseñada especialmente como centro de poder. A las orillas del río Potomac, encajada entre el estado de Maryland y Virginia.

Hoy, el centro de Washington parece una ciudad deshabitada. Sin embargo, la capital de Estados Unidos tiene 4,4 millones de habitantes (según las últimas estadísticas). En torno a un espacio tan amplio como desangelado, se sitúa el Capitolio (Congreso), infinidad de museos, monumentos conmemorativos (Linconl Monument -¿os acordáis de Forrest Gump?-, Washington Monument...), y por supuesto, la Casa Blanca. Alrededor de ese espacio, edificios oficiales, uno tras otro y uno tras otro. Las calles están vacías. Tan sólo las imponentes siluetas de la Administración y de grandes multinacionales rompen el paisaje: aquí, imperialismo político y económico conviven de forma visual. La única vida en esas calles, la mayoría del tiempo solitarias, es una curiosa conjunción: turistas y vagabundos caminan juntos, sin mediar palabra ni cruzar mirada, por las avenidas de la potencia más poderosa del mundo. Así, poder político (Congreso, Casa Blanca), poder militar (el Pentágono, vigilante, a la otra orilla del río), poder económico (multinacionales), cultura (museos), droga y miseria (homeless) danzan juntos en la capital del imperio. Y afuera, alrededor del centro de la ciudad, barrios, viviendas y vida: como si de una reproducción del mundo se tratase, alrededor de este eje de poder se extienden barrios de lujo, de clase media y de miseria. Y mientras tanto, la bandera de barras y estrellas ondea al viento en cada esquina, como bastión más evidente de que el ‘sueño americano’ se ha cumplido. Y mientras tanto, el viajero recuerda su país, con sus grandezas y miserias, y recuerda que lo que ve en Washington no es más que un luminoso reflejo de la realidad de su tierra.

3 comments:

Anonymous said...

Dime que tuviste tiempo para hacer una visita guiada por la Biblioteca Nacional y apoderarte de la lectura de algun ejemplar antiguo...

Te susurr'o algo el oido el padre fundador?

Bobby said...

No hubo tiempo no... creo que tienen varios ejemplares de la primera edición de El Quijote.
El padre fundador me susurró algo: "Why Michael Moore is not the president of the United States instead of Whiskey Double V Bush?"

megan saltzman said...

que buenas fotos : )