Thursday, June 07, 2007

Mi casero / My landlord

Vahan es inmigrante. Nació en Armenia y pasó a Turquía cuando apenas había nacido. Adolescente, vino a los Estados Unidos hace más de 50 años. A pesar del tiempo, todavía se percibe su peculiar acento. Su vida partió de cero aquí: trabajó y trabajó sin descanso. Aprendiz de sastre primero logró, gracias a su esfuerzo y trabajo, montar un pequeño negocio. Intentó adaptarse a esta vida: dejó la religión ortodoxa y se convirtió al protestantismo, se casó con una mujer americana y adoptó el tipo de vida americano.

Ha progresado económicamente. Es dueño de una tienda de ropa de hombre, varios edificios y plazas de parking en Ann Arbor. Y es mi casero. Creo que accedió a mi regateo sobre la renta porque vio que era inmigrante. Cuando apelé a ese motivo para conseguir una rebaja, su cara cambió, dejando ver una mezcla de añoranza y dolor por sus primeros días en su país. Cuando le pregunto por Turquía, a pesar de sus 71 años, todavía sus pupilas tiemblan y su cara añora un pasado, unas caras, unos lugares, una lengua y unos olores que nunca volverán.

Es un negociante nato. Y un trabajador incansable. No alcanzo a saber si ha asumido la cultura trabajadora americana, la traía consigo o se la ha impuesto la vida. El caso es que, pese a que en navidades fue operado de un cáncer, a los dos meses estaba trabajando como el primer día.

Conmigo se ha portado bien. Hacía la vista gorda cuando no podía pagarle el alquiler hasta mediados de mes porque la Universidad de Granada se atrasaba en los pagos. Y ayer mismo, cuando fui a prepararme la cena, comprobé con sorpresa que me había dejado unos trozos de pizza en la nevera. Estos detalles, en la soledad de los 9.000 kilómetros de distancia de Granada, hacen que uno olvide cuando Vahan no ponía la calefacción con toda la intensidad deseable. Y otras cosas.

Es la segunda ocasión que tengo casero. Y en ambas he tenido la mala suerte de tenerlos bastante presentes en la vida cotidiana. Fue el caso de Leonardo en Roma, toda una contradicción: comunista, con la desgracia de ser del Lazio (equipo identificado con la extrema derecha y el fascismo), vendedor de perfumes, fumador insaciable de negro, tenía su oficina junto a mi habitación. Aquí, en Michigan, Vahan tiene su tienda de trajes de hombre y su taller en el primer piso de mi casa. Esto hace que, sin avisar, intente alquilar mi apartamento desde hace tres meses… creándose situaciones esperpénticas. Dos ejemplos:

1. Viernes. 9 de la mañana. La noche anterior habíamos despedido a mi buen amigo Javier. Resaca considerable. De repente:

Vahan: Toc, toc. ¿Miguellllllllllllllllll? ¿Puedo entrar? Alguien quiere ver el loft.
Reacciono aturdido. No distingo si presencio la última conversación de la noche o es la primera del día… respondo:
- Nooooooooooooooooooooo! ¡Dame 10 minutos, por favor!

2. La semana pasada. Tres de la tarde. Calor impresionante. Sudando sin parar, decido darme una ducha. Justo salgo de ella cuando….
-¿Migueellllllllllllllllllllll? ¿Puedo entrar? Alguien quiere conocer el pisooooooooo.
- ¡Noooooooooooooooooooooooooooo! Por favor, ¡nooooooooooooooooo!
- ¿Es un mal momento? ¿Por qué?
- Mmmmmmmmm. Síiiiii. ¡Porque estoy desnudo!
- Ahhhh. Perdón. ¿En cuánto tiempo volvemos?

4 comments:

Anonymous said...

jajaja

coño... haberlos asustado saliendo de la ducha en bolas. Seguro que no alquila el piso en meses jajaja

El Cinéfilo Ignorante said...

Dear Bobby:

Además de muy ocupado, he estado sin ordenador unos días y, por todo ello, no te he podido comentar nada.

La historia del armenio se hace muy interesante gracias a tus descripciones. Eso sí que es el sueño americano con final feliz.

Los armenios sí que tienen éxodo. Y genialidad. Habiéndolo pasado tan mal con los turcos...

Me pareció muy atractivo el texto sobre la izquierda. Los puntos estaban sobre las íes. Te comento aquí por si ya después no miras aquel post aunque ya sé que no pega mucho.

Es difícil explicar el por qué del glamur que da eso de ser de izquierda; sigue quedando bien. Incluso a Ana Belén y "comunistas" de chalé en Menorca.

Habría que resaltar un aspecto inequívocamente izquierdoso, achacado a la derecha: el espíritu del clan de los elegidos.

El día que uno aventuró una sugerencia de votar al pepé solo para intentar acabar con más de veinticinco años de gobierno monopartidista... ¡Las manos a la cabeza! O el día que uno se atrevió a poner en tela de juicio a soldados palestinos o ese Rambo llamado che Güevara... ¡Expulsado de los elegidos!

Y esa arrogancia tipo "Allá donde tenga un problema la clase trabajadora... Allí estaremos nosotros". La clase trabajadora pisoteada sería a la que daba vivas el dictador Ceuacescu en el momento de ser fusilado. Y qué poquito hablaba la 'izquierda' occidental sobre aquellos regímenes.

Y la patraña del nacionalismo de izquierdas, lo más antimarxista que hay en la sociedad: ¡puaj! (sin perdón). Y los elogios de la comunidad del poncho hacia las drogas más perjudiciales. Y el sentido del vestir entre 'la progresía'... Más vale dejarlo. La más lista -y con mejor gusto- fue Pilar Miró.

Todo esto lo dice alguien que NO se considera de derechas.

Anonymous said...

cuanto tiempo tardaron en volver?

Bobby said...

Polo, muy interesante lo que dices del 'sentido de predestinacion de la izquierda'. Totalmente de acuerdo contigo. Creo que al final, siempre hay izquierdas y derechas aunque sea dentro de la izquierda.

Awen. Finalmente la mujer se tuvo que ir y volvieron al dia siguiente. En otra ocasion ensegno el piso cuando me estaba duchando...